Asi es octubre, con los anticuchos en las esquinas, con el pueblo en las calles, con los chicos y personas de hábitos morados y con el fervor popular que invade las tugurizadas calles limeñas.
La gente grita, lo aclama, llora, le pide por viejos o nuevos milagros. A muchos nunca les ha hecho alguno, pero sienten que los protege y que va dentro de ellos. A otros, en cambio, creen que sí les ha curado alguna enfermedad o que les ha concedido alguna suplica.
Lo cierto, es que en estas epocas de temblores politicos y sociales en el Perú, el Cristo Moreno nos da esperanza de seguir creyendo en este país y en su gente, porque asi nació y se mantuvo el negrito-como lo llaman cariñosamente sus fieles-, entre terremotos y pobrezas.













